WANG XIAOSONG, An Unexpected Habour
José María Cantalapiedra



Hay en Berlín una plaza donde yace moribunda una iglesia que aún muestra, como si le hubieran arrancado la piel a tiras, las heridas de su venerable fachada, ajena a la actividad diaria de la ciudad. En esta plaza es frecuente encontrar tipos curiosos, caras sin interés, gente aglutinada formando charcos o dispersa aquí y allá en un fluir de río incierto.  

La necesidad, más que el deseo, me obligaron a frecuentar dicho lugar durante un periodo breve de mi vida. Todas las mañanas varios artistas proyectábamos sobre el pavimento sucio una anárquica línea que se iba ordenando inconsciente a medida que avanzaba el día hasta encontrar su configuración definitiva comenzada la tarde, cada artista con su espacio bien definido y apenas huecos entre nosotros; orden que sólo era quebrado en determinados momentos por la búsqueda de una mejor posición de trabajo, o para evitar que el sol quemara en la retina, recuperándo, tan pronto como la tarea era finalizada, el orden previo.

Una tarde de las muchas que allí pasé en aquel verano de 1995, todo ese orden se vió perturbado de manera súbita, cual tormenta inesperada. A mi izquierda podía sentir el aliento muerto de mi vecino ocasional maltratando mi oído; a mi derecha, sin embargo, un tímido abismo de apenas un metro se abría entre mí y una muchacha rusa que allí estaba. De repente, por aquél vacío, comenzaron a llover frenéticamente dibujos, sillas, un caballete destartalado, pinceles y otros artilugios, tratando de abrirse camino por esa brecha diminuta. Una mano veloz, pálida, de afilados dedos, iba arrojando despreocupadamente todos estos objetos entre ambos, que no podíamos entender tal despropósito ni qué demonio era lo que provocaba tal desbarajuste, mientras contemplábamos cómo éstos variados objetos se estrellaban contra el suelo. Bajo un sombrero raído, pero no carente de cierta elegancia, colocado indolentemente sobre una frente inabarcable, apareció ante mis ojos por primera vez la figura atípica de Xiaosong como si de una interferencia en el aire se tratara, o de un cuchillo afilado que rasgara sin pudor la continuidad de la fila que tantas horas había necesitado para alcanzar su perfecto equilibrio. La muchacha rusa y yo discutimos acaloradamente con Xiaosong, que indeferente y amenazante, continuaba abriendo espacio allí dónde no había. Faltó poco para llegar a las manos, pero aquella riña fundó una amistad que ya dura diez años....

A medida que fui conociendo a Xiaosong, dos aspectos que dominaban su vida me cautivaron desde un principio. No pude dejar de representármelo como un ser caótico y de actividad frenética, si bien se me ocultaba al entendimiento la finalidad de su hacer. Me sedujo desde un primer momento su vitalidad, así como el caos que yo percibía que él generaba a su alrededor, un desorden de movimientos. Con los años pasé a verlo mejor: Lo que me pareció en un principio un hacer sin finalidad en todas las facetas de su vida, una ausencia voluntaria de objetivo definido, una lucha constante y baladí con la circunstancia, se fue transformando, a medida que me aproximaba a él, en otra idea más clara y definida que se correspondía más con la realidad.

Xiaosong es, ante todo, un hombre de acción. En su vida diaria tanto cuando pinta y crea. A mi parecer, Xiaosong no aspira a realizar nada, porque él no proyecta un modelo o una forma ideal de su pensamiento sobre el mundo que su voluntad establezca como un objetivo a realizar. Xiaosong no es propiamente un héroe de la acción, pues tal héroe es alguién que fuerza las circunstancias y la realidad para doblegarlas a su idea de cómo han de ser las cosas. Xiaosong sabe inconscientemente, no por experiencia, que las posibilidades de éxito de tal empresa son escasas o nulas, y que tal proceder sólo puede desembocar en la decepción o el fracaso, pues la realidad es cambiante y no se deja atrapar en teoremas racionales ni modelar fácilmente. Xiaosong, en cambio, no fuerza nunca el momento, ni la circunstancia, sino que deja que ella le lleve a él en volandas. Carece de una teoría que llevar a la práctica, apoyándose únicamente en los cambios constantes que experimenta todo lo que le rodea, flujo incierto donde habrá de desplegar las cualidades de su hacer. No trata de dar forma a la realidad ni remite lo visible a lo invisible (lo real a lo ideal). Centra su atención en el curso de los acontecimientos, en la inmamnencia de la vida, como una ola dentro de una ola, donde él mismo se halla inmerso, para tratar descubrir su coherencia (o incoherencia) y aprovechar su evolución. No tratará de detener la furia de la ola, o dominarla, ni luchará contra ella...tratará de comprender su libre y caótica estructura, sabedor de que se halla inmerso en su incontrolable fragor, y procurará después encontrar esa corriente interna en la que integrarse para no sucumbir en las profundidades de ese complejo océano que es la vida, para salir a flote y salvarse del naufragio.

Mencio dice: “¡Aunque se tenga en mano escardillo y azada, más vale esperar el tiempo de la maduración!” A Xiaosong le sobran azadas y escardillos para realizar cualquier tipo de tarea, como le sobra capacidad de esfuerzo, pero sabe de antemano que estos “útiles” son “inútiles”, incluso cuando no sean más que aceros y hierros del pensamiento. No son lo más importante....sino precisamente esperar el tiempo de la maduración,eso es lo que importa. Así, su frenético hacer diario está la mayor parte del tiempo dirigido a comprender, a buscar esa situación favorable en la circunstancia que le permita realmente tener éxito en cualquier empresa que realice... ¡sin esfuerzo! ¡Y lo consigue!

Esta manera de existir, de actuar, o mejor dicho, de interactuar, que domina la vida de Xiaosong, se proyecta inevitablemente en su obra. Xiaosong pinta sólo cuando hay que pintar, cuando la situación es favorable para ello, después de haber comprendido cómo aprovechar al máximo las variables de que se compone la circunstancia y cuando la situación es propicia para ello. Estará abierto a todo cambio y no pretenderá dominar a las cosas, ni a la materia, ni definir sus ideas siquiera. No procede al pintar, como muchos entienden, por un proceder “normalizado”, adaptado y progresivamente asimilado, convertido en costumbre y transformado en rutina, (como en muchos casos desemboca tal proceder) y, así utilizado de manera inconsciente por la urgencia de la acción. Xiaosong no procede tampoco de un modo que le permita crear “lo menos mal posible”. Como en su vida, no pinta siguiendo un plan determinado concebido “ a priori”, ni le interesa lo más mínimo establecer un objetivo al cual dirigir su acción, pues sabe que ha de contar con la contingencia de la circunstancia. Cuando se pone a crear, lo hace habiendo antes valorado la circunstancia, e identificado los factores favorables de ésta que permitan que su obra se haga sóla. Porque las pinturas de Xiaosong se pintan solas.....no las pinta él. Le utilizan a él para poder ser. ¿Cuándo deciden éstas nacer? ¿Qué forma y colores tendrán? A Xiaosong esto le trae sin cuidado, ni siquiera su existencia le importa. Lo más importante es que Xiaosong se ha dejado fluir, inmanente, en las circunstancias y su contingencia, que exigían ahora, como si el universo entero conspirara para producirla, que la obra fuese.
A Xiaosong no le cuesta esfuerzo pintar, ni siquiera vivir. Pinta y vive no con la intención de imponerse al mundo con un gran esfuerzo titánico de la voluntad o con una incondicional dedicación personal. Pero eso no quiere decir que no se esfuerce......su esfuerzo no está encaminado a producir una cierta obra sea cuales sean las circunstancias y problemas que haya que superar para llegar a ella, porque sabe de antemano que es inútil luchar contra la realidad.......Su esfuerzo diario, y no sólo cuando pinta, consiste solamente en descifrar, en el mar agitado de la realidad cambiante que nos toca vivir, aquellas circunstancias y ambientes favorables que  permiten que una obra surja, o que un negocio tenga éxito, aprovechar al máximo las posibilidades favorables de éxito, en definitiva, sin preocuparse de tenerlo. Una vez localizadas estas variables y relaciones, ¡lo que haga surgirá por si sólo, sin ningún esfuerzo! Así pues, Xiaosong no es como el sabio marinero que construye su propio barco y además sólo él sabe como manejarlo para llevarlo, esforzado, através de la tempestad al puerto deseado......sino que, naúfrago en un mar agitado e inmanente que sabe no puede dominar y que como a todos, trata de engullirnos, Xiaosong buscará aliados casuales en el fragor de la tempestad, evaluará las posibilidades de hundimiento y salvación, tratará de comprender los movimientos violentos y aleatorios de la corriente, y se agarrará sin desesperación a la tabla casual que resista lo suficiente la violencia del oleaje para llevarle a no importa qué puerto, con tal de llegar a uno.

Éste es el Xiaosong que yo entiendo. Xiaosong sabe que pensar es poner puertas al campo, y que afirmar es elegir la puerta equivocada. No tiene ideas hechas sobre las cosas, y deja que sus pensamientos sean maltratados, violados y deformados por el movimiento incesante de la vida. Se pilla a sí mismo siempre de improviso, se acontece a sí mismo. Xiaosong es un universo sin leyes, y el universo jamás concuerda consigo mismo porque pasa....
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Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

(Poema de Antonio Machado)